lunes, 30 de marzo de 2009

Silencio














Y se hizo tanto el silencio
que estallaron los cristales de mi habitación
Y se hizo tanto el silencio
que nadie le oyó salir

A mi padre, que descanse en paz
esté donde esté.

jueves, 19 de marzo de 2009

Un derroche de flores

Cargado de flores el cerezo,
no todas darán fruto,
brillan pálidas cual espuma de rosas
a través del azul, de nubes en desbandada.

Como flores se abren los pensamientos,
cien veces por día...
¡Que florezcan, que sigan su curso,
mejor no preguntar si darán fruto!

Inocencia y juego que no falten,
que no falte derroche de flores.
¿Para qué, si no, un mundo tan pequeño,
vivir sin conocer el placer?


Hermann Hesse

viernes, 27 de febrero de 2009

Visión















Desde mi ventana
hay un cielo que mira sin mirar,
no se atreve a ser pupila, no es azul,
es un trozo de llanto evaporado.

No sé si mirarlo
al saber que no me mira,
no sé si será herida o intento de guiño,
lo cierto es que duele
el sol escondido de ilusión.

Desde mi ventana
no hay más que ventanas

miércoles, 25 de febrero de 2009















"La música es una de las pocas cosas limpias
que transporta el aire"

domingo, 22 de febrero de 2009

La vida pasa por debajo de mis zapatos















Y llega la nostalgia
vestida de luto
y apaga tu risa
y el cansancio
ahoga tu sed de mi.

Lua

lunes, 16 de febrero de 2009

"la realidad es un vacío"

¿Eso es la vida, pues, las cosas como son?
Es la guitarra escoge su camino
¿Un millón de personas en una
sola cuerda, y en ella todo su ademán,
y todo su ademán incierto y cierto
y todo su ademán, violento y delicado?
Los sentidos invocan loca y astutamente
Como un zumbar de insectos en el aire de otoño,
Y eso es la vida, pues, las cosas como son,
Este zumbar de la guitarra azul.

W. Stevens

domingo, 15 de febrero de 2009

De lo cantado y sus margenes




















DESNUDA se sentía igual

que un pez en el agua,

vestirla era peor
que almortajarla.


Me enseñó varias cosas:
a querer a mi cuerpo,

a jugarme la vida

y a mirar a la cara.


No quise detenerla,

¿de qué hubiera servido

deshacer las maletas
del olvido?


Pero no sé qué diera

por tenerla ahora mismo
mirando por encima

del hombro lo que escribo.


Con ella descubrí que hay amores eternos

que duran lo que dura un corto invierno.


J. Sabina

martes, 10 de febrero de 2009

Lamento














El ser no nos ha sido dado. Somos un río sólo
y dócilmente en toda forma confluimos:
tanto la noche como el día, catedral o caverna,
todo lo atravesamos, pues nos arrastra la sed por existir.

Así llenamos forma tras forma sin descanso,
y ninguna llega a ser patria, ni dicha, ni necesidad,
siempre de viaje, huéspedes para siempre,
no nos llama el campo ni el arado, tampoco crece el pan para nosotros.

Desconocemos lo que Dios piensa de los hombres.
El juega con nosotros, somos arcilla entre sus manos,
enmudecida y maleable, ni ríe ni solloza,
es realmente dúctil, pero tampoco se calcinará.

¡Ser convertido en piedra alguna vez, durar!
Siempre viva por ello está nuestra nostalgia,
mas también queda siempre un temeroso escalofrío
y nunca se hace pausa para nuestro sendero.

Hermann Hesse


jueves, 29 de enero de 2009

Cantos de caballos alados















¿ Y qué esperar? Solo el olvido
el amargor profundo, los despojos
llorando vanamente ven los ojos
de aquel que se aferra a lo perdido

miércoles, 14 de enero de 2009

EL BUSCADOR

Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como buscador
Un buscador es alguien que busca. No necesariamente es alguien que
encuentra. Tampoco esa alguien que sabe lo que está buscando. Es
simplemente para quien su vida es una búsqueda.
Un día un buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Él había
aprendido a hacer caso riguroso a esas sensaciones que venían de un lugar
desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió. Después de dos días de
marcha por los polvorientos caminos divisó Kammir, a lo lejos. Un poco antes
de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó la atención.
Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles,
pájaros y flores encantadoras. La rodeaba por completo una especie de valla
pequeña de madera lustrada… Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar.
De pronto sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de
descansar por un momento en ese lugar. El buscador traspaso el portal y
empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban
distribuidas como al azar, entre los árboles. Dejó que sus ojos eran los de un
buscador, quizá por eso descubrió, sobre una de las piedras, aquella
inscripción … “Abedul Tare, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días”. Se
sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una
piedra. Era una lápida, sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad
estaba enterrado en ese lugar… Mirando a su alrededor, el hombre se dio
cuenta de que la piedra de al lado, también tenía una inscripción, se acercó a
leerla decía “Llamar Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas”. El buscador
se sintió terrible mente conmocionado. Este hermoso lugar, era un cementerio
y cada piedra una lápida. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el
tiempo de vida exacto del muerto, pero lo que lo contactó con el espanto, fue
comprobar que, el que más tiempo había vivido, apenas sobrepasaba 11 años.
Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar. El cuidador del
cementerio pasaba por ahí y se acercó, lo miró llorar por un rato en silencio y
luego le preguntó si lloraba por algún familiar.
- No ningún familiar – dijo el buscador - ¿Qué pasa con este pueblo?, ¿Qué
cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados
en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que lo
ha obligado a construir un cementerio de niños?
El anciano sonrió y dijo: -Puede usted serenarse, no hay tal maldición, lo que
pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré: cuando un joven
cumple 15 años, sus padres le regalan una libreta, como esta que tengo aquí,
colgando del cuello, y es tradición entre nosotros que, a partir de allí, cada vez
que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella: a la
izquierda que fue lo disfrutado…, a la derecha, cuanto tiempo duró ese gozo. ¿
Conoció a su novia y se enamoró de ella? ¿Cuánto tiempo duró esa pasión
enorme y el placer de conocerla?…¿Una semana?, dos?, ¿tres semanas y
media?… Y después… la emoción del primer beso, ¿cuánto duró?, ¿El minuto y
medio del beso?, ¿Dos días?, ¿Una semana? … ¿y el embarazo o el nacimiento
del primer hijo? …, ¿y el casamiento de los amigos…?, ¿y el viaje más
deseado…?, ¿y el encuentro con el hermano que vuelve de un país
lejano…?¿Cuánto duró el disfrutar de estas situaciones?… ¿horas?, ¿días?… Así
vamos anotando en la libreta cada momento, cuando alguien se muere, es
nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para
escribirlo sobre su tumba. Porque ese es, para nosotros, el único y verdadero
tiempo vivido.

QUIERO

Quiero que me oigas, sin juzgarme.
Quiero que opines, sin aconsejarme.
Quiero que confíes en mi, sin exigirme.
Quiero que me ayudes, sin intentar decidir por mi
Quiero que me cuides, sin anularme.
Quiero que me mires, sin proyectar tus cosas en mi.
Quiero que me abraces, sin asfixiarme.
Quiero que me animes, sin empujarme.
Quiero que me sostengas, sin hacerte cargo de mi.
Quiero que me protejas, sin mentiras.
Quiero que te acerques, sin invadirme.
Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten,
que las aceptes y no pretendas cambiarlas.
Quiero que sepas, que hoy,
hoy podés contar conmigo.
Sin condiciones.


Jorge Bucay